Informe del cuestionario de prevención del VIH en las Comunidades Autonómas (ICAP 2007)

RECOMENDACIONES  

  1. Las tendencias de la infección por VIH en España requieren intensificar las intervenciones preventivas dirigidas a las poblaciones más vulnerables: usuarios de drogas por vía parenteral, hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, personas que ejercen la prostitución y jóvenes en situación de riesgo social.
  2. Hay que impulsar decididamente acciones de promoción del diagnóstico precoz. Conocer el estado serológico a través de la prueba del VIH y el counseling es crucial para el control de la epidemia. Para ello se deben intensificar, ampliar y diversificar las medidas existentes para que estas acciones se realicen a todas las personas que acuden a los centros y servicios que atienden a las poblaciones con mayor exposición al riesgo, alcancen a los que no acuden y normalicen la indicación por parte de los profesionales sanitarios, facilitando así el acceso a la prueba diagnóstica en general y especialmente en los más vulnerables.
  3. Para reducir el incremento que se está produciendo en España de las nuevas infecciones en hombres que tienen relaciones sexuales con hombres hay que reforzar, extender y diversificar los programas de prevención del VIH en HSH que reducen el riesgo de adquirir y transmitir la infección y mejoran el acceso al tratamiento antiviral.
  4. Los programas de reducción de riesgos asociados al uso inyectado de drogas siguen siendo un elemento crucial para el control de la epidemia y deben seguir reforzándose y diversificándose hasta alcanzar una cobertura suficiente y hasta que las personas que se inyectan drogas usen siempre material de inyección estéril y no lo compartan, y usen preservativos en sus relaciones sexuales.
  5. Toda la población debe ser partícipe de una 'cultura del sexo seguro', especialmente los jóvenes, y estar perfectamente informados de los riesgos de infección, las medidas de protección y el uso del preservativo. La educación sexual en la escuela debe intensificarse y alcanzar a la totalidad de la población escolarizada y a todas las etapas del proceso educativo. Es la base para lograr los conocimientos y las habilidades necesarias para una percepción adecuada del riesgo por parte de los jóvenes, un planteamiento responsable de la edad de inicio de las relaciones sexuales, una comunicación efectiva con la pareja y la normalización del uso del preservativo, principal instrumento de prevención de embarazos no deseados, de la infección por VIH y de las ITS.
  6. Hay que potenciar lasintervenciones dirigidas a las personas infectadas por VIH para que adopten y mantengan conductas que reduzcan el riesgo de transmisión del VIH, así como fomentar la información voluntaria a las parejas y promover el diagnóstico precoz de los contactos. Se debe aumentar la formación de los agentes implicados en el consejo asistido y la participación de personas con VIH y profesionales.
  7. Los programas de prevención deben tener en cuenta la presencia creciente de personas de otros países, intensificando las acciones preventivas dirigidas a este colectivo, y adaptarse cultural y lingüísticamente a esta nueva situación demográfica.
  8. Se confirma la tendencia incrementar la actividad preventiva en población general mediante campañas de información. La justificación de esta tendencia deberá valorarse. Deben continuar diversificándose los mensajes, haciendo especial hincapié en la promoción de la prueba y la adaptación cultural y lingüística.
  9. Las campañas de prevención del VIH dirigidas a la población general deben incluir mensajes que mencionen las prácticas homosexuales masculinas para que alcancen a los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres pero que no se identifican a sí mismos como homosexuales ni frecuentan los círculos específicamente gays.
  10. En casi todas las comunidades y ciudades autónomas se desarrollan programas de prevención del VIH en el medio escolar, pero aún son mayoría las que distan mucho de alcanzar a la totalidad de los escolares. Hay que garantizar que el currículo educativo incluya la educación sexual como contenido útil para la prevención de VIH e ITS, y que los centros planeen actividades complementarias dirigidas a toda la comunidad escolar, lo cual exige un esfuerzo de colaboración entre los responsables de las áreas de salud y educación en las distintas autonomías.
  11. La escasez de información disponible sobre la actividad de prevención en las escuelas indica, en el mejor de los casos, una ausencia de evaluación de la misma. Es necesario mejorar la programación y evaluación de las actividades conjuntamente entre salud y educación.
  12. Deben mantenerse las estrategias de normalización del uso del preservativo masculino y mejorar su accesibilidad y disponibilidad en lugares estratégicos frecuentados por las poblaciones más vulnerables a la infección. Asimismo, deben continuar las actividades de promoción del preservativo femenino.
  13. Es necesaria una política activa de promoción de la detección precoz del VIH entre la población general y dirigida a subpoblaciones específicas. Hay que intensificar, ampliar y diversificar las medidas existentes para que la prueba se haga a todas las personas que acuden a los establecimientos, programas y servicios dirigidos o frecuentados por las subpoblaciones con mayor exposición al riesgo, sin más excepción que la negativa de la persona interesada.
  14. Deben intensificarse las medidas para sensibilizar y formar a los profesionales sanitarios y aumentar su implicación en la detección precoz de la infección por VIH y de las prácticas de riesgo, especialmente los de atención primaria.
  15. Deben ponerse en marcha estrategias innovadoras debidamente evaluadas que favorezcan el acceso a la prueba del VIH y su realización en distintos contextos (farmacias, programas de acercamiento, etc.) y modalidades (tests rápidos etc.).
  16. También debe continuar el esfuerzo realizado en la recogida de información básica sobre el número de pruebas de VIH realizadas y los estudios específicos para conocer la cobertura real de la prueba en embarazadas.
  17. Teniendo en cuenta la elevada vulnerabilidad al VIH del colectivo de jóvenes en situación social de riesgo es necesario incrementar las estrategias complementarias de acercamiento.
  18. Hay que impulsar la prevención del VIH en hombres con prácticas homosexuales. Aunque hay un claro incremento de las intervenciones dirigidas a este colectivo, los programas de prevención del VIH deben extenderse a todas las comunidades autónomas. En los últimos años hay un aumento del número y del peso porcentual que supone la categoría de transmisión homo/bisexual en los nuevos diagnósticos de infección por VIH (8 CCAA), y hay un incremento de las prácticas de riesgo entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Esto hace absolutamente necesario, reforzar, ampliar y diversificar este tipo de programas.
  19. Es conveniente que estos programas incorporen actividades de acercamiento, talleres de sexo más seguro, incluyendo estrategias de reducción de daños, distribuyan preservativos y lubricantes, promocionen la detección precoz de infección por VIH/VHC y otras ITS y desarrollen intervenciones para mejorar la adherencia a las medidas de prevención y al tratamiento.
  20. Los programas de prevención deben contemplar la diversidad existente de HSH y sus diferentes contextos: adolescentes, mayores, inmigrantes, parejas serodiscordantes, prostitución, internet, etc.
  21. Se debe promocionar la profilaxis postexposición no ocupacional en HSH como medida de prevención secundaria del VIH, informando sobre los casos en que esté recomendada.
  22. La prevalencia de relaciones homosexuales encontrada en diversas encuestas españolas, en torno al 4%, indica que los programas de prevención del VIH dirigidas específicamente a hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres no sólo deben alcanzar a las grandes urbes sino también a los municipios de menor tamaño.
  23. Las actividades de prevención dirigidas a PEP deben seguir incrementándose, teniendo en cuenta el aumento de este colectivo y la elevada prevalencia del uso de la prostitución. Debe continuar extendiéndose la aplicación de los criterios consensuados entre la SPNS, OG y ONG: adecuar los mensajes preventivos a los distintos subgrupos e idiomas, favorecer la incorporación de educadores de pares y mediadores culturales, ampliar los programas preventivos a hombres y transexuales que se prostituyen con hombres, así como los dirigidos a los usuarios de la prostitución, y evaluar las intervenciones aplicando indicadores de proceso y de resultados homogéneos.
  24. La actividad de los programas de mantenimiento con metadona continúa descendiendo lentamente y la de los programas de intercambio de jeringuillas, muy rápidamente. No obstante, asegurar el acceso a material de inyección estéril para las personas que se inyectan drogas sigue siendo crucial para el control de la epidemia, y su disponibilidad aún presenta diferencias geográficas importantes. El mantenimiento de los programas de reducción de daños asociados al consumo de drogas debe asegurarse hasta alcanzar la máxima cobertura.
  25. Los PIJ deben adaptarse al número de personas que se inyectan en la zona y al escenario de consumo, e incorporar nuevas estrategias para prevenir la transmisión sexual del VIH entre UDVP y entre éstos y sus parejas.
  26. La distribución normalizada de material de inyección estéril debe hacerse tanto desde los servicios de atención a drogodependientes como desde los ámbitos con los que este colectivo entra en contacto: centros de atención primaria, hospitales, red de oficinas de farmacia, prisiones, PIJ, programas de acercamiento u otros programas de base comunitaria.
  27. Los programas de mantenimiento con agonistas opioides y, en general, los servicios de atención a drogodependientes, constituyen un marco privilegiado para integrar el diagnóstico precoz del VIH en el usuario de drogas y sus parejas, y la prevención de la transmisión sexual del VIH, así como la vacunación de VHB, el diagnóstico y seguimiento de ITS y tuberculosis y las medidas para mejorar la adherencia al tratamiento del VIH y de VHC.
  28. El consumo inyectado esporádico o geográficamente disperso hace particularmente importante la normalización de los PIJ en la red sanitaria. Su implantación permite un contacto continuado con una mayor proporción de inyectores. Al igual que en los servicios de atención a drogodependientes, este contacto debe aprovecharse para ofrecer la prueba diagnóstica del VIH y otros servicios de salud pública (vacunación de hepatitis B, diagnóstico y seguimiento de tuberculosis e ITS, adherencia al tratamiento de VIH y VHC).
  29. Los programas de intercambio de jeringuillas deben normalizarse igualmente en las prisiones, donde se llevó a cabo un gran esfuerzo para su puesta en marcha que parece haberse detenido en los últimos años. Los planes autonómicos de sida pueden desempeñar un papel clave en el refuerzo de los PIJ en los centros penitenciarios de su territorio.
  30. Al igual que en el resto de la red sanitaria, la participación de las farmacias en programas de dispensación subvencionada de kits anti-sida o el intercambio de jeringuillas debe seguir ampliándose, especialmente en aquellas CCAA en las que están poco o nada desarrollados, reconociendo la enorme capacidad de contacto de estos dispositivos con una población especialmente vulnerable al VIH. Igualmente se deberían incluir actividades de difusión de información para la prevención sexual del VIH y otras ITS en inyectores de drogas y sus parejas sexuales.
  31. Debe seguir siendo investigado e incentivado el desarrollo de nuevas estrategias de acercamiento y captación de poblaciones ocultas de usuarios de drogas, incluidos inmigrantes que no contactan con los programas existentes. España debería ampliar el número de experiencias relacionadas con la mejora de las condiciones de inyección (salas de inyección) y los programas de mantenimiento con heroína en aquellas personas en las que han fracasado otras opciones terapéuticas y/o de reducción de daños. Igualmente, es necesario desarrollar nuevas intervenciones dirigidas a las personas que se inyectan drogas no opioides, principalmente cocaína.
  32. Las actividades de prevención dirigidas a población inmigrante deben estar adaptadas a los antecedentes lingüísticos, culturales, sociales y sanitarios de estas personas, así como integrarse de forma transversal en los programas preventivos existentes. Igualmente es necesario favorecer la sensibilización y la formación de los profesionales sociosanitarios que contactan con esta población. Es importante que estas intervenciones preventivas se vinculen tanto a las asociaciones de inmigrantes como a las asociaciones de prevención del VIH.
  33. Los centros sanitarios centrados en las poblaciones con mayor exposición al riesgo (centros de ETS, centros de atención a drogodependientes, unidades de tuberculosis, servicios de atención prenatal, centros que ofrecen métodos anticonceptivos de emergencia….) deben reforzar las medidas para que todos los que a ellos acuden se hagan la prueba del VIH, sin más excepción que la negativa de la persona interesada a realizárselo.
  34. Los profesionales de los distintos centros sanitarios (sobre todo hospitales, centros de atención primaria, CAD y centros de ITS y planificación familiar) deben incorporar a su práctica diaria actividades de diagnóstico precoz de conductas de riesgo y de VIH y counseling sobre prácticas de riesgo y prevención de la transmisión sexual de este virus, sin olvidar la atención a las parejas sexuales de las personas infectadas y/o con prácticas de riesgo.
  35. La prevención y la adherencia a las medidas de prevención en las personas con VIH deben constituir uno de los ejes de la prevención de la infección por VIH, y hasta donde nos dicen los datos, están insuficientemente desarrollados. Urge disponer de información sobre la cobertura e intensidad de este tipo de programas y reforzarlos en los centros en los que se estime necesario.
  36. El gasto de los recursos económicos destinados a prevención continúa creciendo de forma sostenida. Este esfuerzo debe mantenerse en el tiempo pues la prevalencia de infección en determinadas poblaciones es considerablemente más alta que la observada en países de nuestro entorno.
  37. La información recogida sobre los recursos económicos destinados a la prevención y el control de la epidemia del VIH en nuestro país es susceptible de mejora, especialmente la relacionada con los esfuerzos realizados en materia de prevención en la población más vulnerable al VIH.
  38. Aunque existe una gran variación interautonómica, es necesario incrementar los fondos que se destinan a financiar programas de prevención del VIH en HSH, que están muy por debajo de lo que correspondería por su peso creciente en la epidemia.

 

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