Campañas 2007- Alcohol y menores. El alcohol te destroza por partida doble

RIESGOS EN EL USO Y ABUSO DEL ALCOHOL POR PARTE DE LOS MENORES

El consumo de alcohol por este grupo de población es un hábito extremadamente frecuente y se puede afirmar que es la droga más consumida. Pero NO ES UN HÁBITO GENERALIZADO. El problema radica en el hecho de que los jóvenes que beben lo hacen en cantidades cada vez más elevadas, siendo cada vez más frecuente consumos muy elevados de alcohol en cortos períodos de tiempo (“binge drinking”) y por tanto, aumenta la frecuencia de episodios de embriaguez en nuestros escolares, y este hecho forma ya parte de la CULTURA JUVENIL DE ALCOHOL.

Al consumir alcohol los jóvenes se sienten más divertidos, charlatanes y sociables. En este sentido a corto plazo los jóvenes sólo son conscientes de las sensaciones agradables que produce su consumo. Pero a pesar de estas sensaciones agradables que produce el consumo la mayoría de los jóvenes y adolescentes que consumen alcohol ha presentado efectos orgánicos graves al menos en una ocasión.

Factores de riesgo en el consumo de alcohol

  • Alteraciones de las relaciones con la familia, compañeros y maestros
  • Bajo rendimiento escolar
  • Agresiones, violencias, alteraciones del orden público
  • Adopción de conductas de alto riesgo, como conducir tras haber bebido, primera causa de mortalidad en este grupo de edad.
  • Actividades sexuales de riesgo, que conllevan embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual
  • Incremento de la enfermedad alcohólica y de serios problemas de dependencia en jóvenes.
  • Alteraciones en los procesos de memoria y aprendizaje, con cambios cerebrales, tanto a nivel funcional como estructural, y con diferencias del daño observadas en chicos y chicas, producidas por los diferentes patrones de consumo.
  • Algunas investigaciones sugieren que:
    • El consumo excesivo de alcohol en la adolescencia desciende los niveles de hormonas sexuales (estrógenos, hormona luteinizante y testosterona) y de las hormonas de crecimiento tanto en chicos como en chicas.
    • Los adolescentes que beben excesivamente experimentan efectos adversos en su hígado (elevación de enzimas hepáticas: GGT y ALT), huesos (se ha observado una disminución de la densidad ósea en chicos), crecimiento y desarrollo endocrino.
    • El cerebro del adolescente pudiera ser más sensible a los efectos dañinos del alcohol que el de los adultos, pero es incuestionable que la exposición temprana al alcohol es un claro predictor de una posible dependencia al alcohol en la edad adulta.
  • Según evidencian algunos estudios, son muchos los jóvenes que han sufrido efectos orgánicos tales como: vómitos, diarrea o dolores abdominales, temblores, arritmias, tambaleos al caminar, caídas…
  • Obviando los efectos que, a priori, sólo ocasionen caídas con el consiguiente riesgo de sufrir traumatismos, existe la posibilidad como hemos visto de quedarse dormido con el riesgo de entrar en coma y sufrir un paro cardiaco por hipotermia. En ocasiones se producen arritmias y traslados a urgencias por probables comas etílicos.
  • La intoxicación etílica aguda (borrachera) es un síndrome clínico producido por el consumo de bebidas alcohólicas de forma brusca y en cantidad superior a la tolerancia individual de la persona. Dependiendo de la cantidad ingerida de alcohol y de la tolerancia, la intoxicación etílica aguda puede oscilar desde leve desinhibición, hasta coma, depresión respiratoria y muerte. La Intoxicación etílica aguda es el trastorno mental orgánico más común inducido por el alcohol, existiendo en nuestro medio una gran tolerancia social al mismo, sobretodo en adolescentes, jóvenes y en fines de semana y festivos.
  • El alcohol es una droga con capacidad de crear dependencia psicofísica, tolerancia y adición. Ingerido de forma aguda, produce una sensación subjetiva de agradable euforia, desinhibición, sedación e inducción al sueño. Sobre otros sistemas puede inducir una sensación subjetiva de alivio de estados emocionales desagradables, como estados de ansiedad, fobias, insomnio, mal humor, depresión inseguridad.. Los efectos del consumo agudo de alcohol juegan un papel importante en el desarrollo de la dependencia alcohólica.
  • Al día siguiente de la ingesta de alcohol se puede diferenciar la existencia de efectos orgánicos y psicosociales con dolor de cabeza, alteraciones del apetito, insomnio, falta de aprovechamiento de la jornada siguiente.
  • Además los jóvenes que realizan un consumo elevado de alcohol incrementan los conflictos en su entorno inmediato, radicalizan los conflictos aumentando las peleas con agresión física y las detenciones y realizan prácticas de riesgo en mayores porcentajes (relaciones sexuales sin protección y accidentes de tráfico)

Otros factores de riesgo en el consumo de alcohol: Policonsumo. Género

Trastornos relacionados con el consumo de alcohol

Por otro lado se constata una intensa asociación entre los consumos de alcohol, tabaco y cánnabis, de modo que el uso de cualquiera de estas sustancias implica una alta probabilidad de consumo de las restantes.

Es conveniente añadir que cada vez es más importante la cuestión del GÉNERO. Tradicionalmente las chicas han venido consumiendo alcohol en menor frecuencia y en menor cantidad que los chicos en la mayoría de países europeos. Estas diferencias están desapareciendo, e incluso se están invirtiendo. Este problema nos lleva  a plantearnos que además de los problemas referidos anteriormente derivados del consumo de alcohol, en el caso de las adolescentes y las jóvenes las consecuencias pueden agravarse en un futuro ya que las jóvenes de hoy serán las madres del mañana.

Durante el embarazo no hay evidencia de un nivel de consumo de alcohol que pueda ser considerado como seguro. La realidad es que, hoy día, se desconoce si existe una dosis de alcohol que sea segura durante la gestación, no sólo para los defectos congénitos sino también para los efectos a largo plazo (como hiperactividad, alteraciones de la conducta, disminución del cociente intelectual…). Por ello, la mejor medida preventiva es NO ingerir bebidas alcohólicas durante el embarazo, e incluso no se deben ingerir desde el momento en que se planifica dicho embarazo, dado que hay que proteger las primeras semanas en las que la mujer no puede saber que está embarazada.

Los efectos adversos del consumo materno de alcohol durante la gestación y la afectación de su descendencia se conocen desde finales del siglo pasado. Ciertamente, la exposición prenatal al alcohol es una causa prevenible de defectos congénitos, incluyendo retraso mental y deficiencias del desarrollo neurológico.

El Síndrome Alcohólico Fetal es considerado la malformación más habitual en los países industrializados y una de las causas más frecuentes de retraso mental. Su incidencia estimada en España es de 1 a 3 por mil recién nacidos vivos.

Incluso ante la ausencia de retraso del crecimiento o anomalías congénitas, los niños nacidos de madres que consumen alcohol en exceso durante el embarazo parecen hallarse expuestos a un riesgo incrementado de trastornos con déficit de la atención e hiperactividad, afectación de habilidades motoras finas y torpeza así como retrasos más sutiles en el rendimiento motor y trastornos del lenguaje. Hallazgos que han sido denominados “efectos del alcohol sobre el feto (EAF)”.

El consumo elevado de alcohol claramente puede conllevar la aparición del Síndrome de Alcoholismo Fetal y de malformaciones. Pero además, estudios efectuados recientemente sugieren que incluso cantidades socialmente aceptadas pueden resultar perjudiciales al feto. No existe por tanto una “dosis segura” establecida de alcohol para la mujer embarazada, como ya he señalado anteriormente. Si bien la prueba evidente del perjuicio para el feto es mucho más intensa en relación con grandes cantidades de consumo materno de alcohol que con cantidades menores. También es cierto que exposiciones esporádicas pero con grandes dosis de alcohol (“binge drinking”) también se han relacionado con un incremento del riesgo para malformaciones congénitas graves. En la actualidad existe la preocupación de que dosis pequeñas durante toda la gestación puedan implicar un riesgo de que se produzca una disminución del cociente intelectual. También hay algunas sugerencias sobre su relación con problemas de coordinación, hiperactividad, problemas de aprendizaje y de adaptación etc.

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