Los determinantes económicos no son los más importantes en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Según un reciente estudio la prevalencia del VIH y de las enfermedades no transmisibles dificulta la consecución de los objetivos en salud, más que los determinantes económicos.

Un estudio publicado recientemente en PLOS Medicine¹ analiza cuáles son los determinantes de las desigualdades globales en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en concreto los tres objetivos en salud: reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir el VIH/SIDA y otras enfermedades. Según los autores de este trabajo, a pesar de que se han realizado algunos progresos desde que en el año 2000, en el marco de la Declaración Milenio de las Naciones Unidas, se acordaran los ODM, parece poco probable que éstos se logren en los países de baja renta.

Estado de los tres ODM en salud

En este trabajo se calcula cuán lejos están 227 países de sus ODM en materia de infección por VIH, tuberculosis y mortalidad infantil en el año 2005, a partir de información obtenida de las Naciones Unidas. Los países de baja renta, en comparación con los de renta media y alta tienen un 25% menos de posibilidades de conseguir estos objetivos. Los países del África Subsahariana presentan el progreso más lento, seguidos de Europa (países de baja renta) y Asia Central. Según las tasas de progreso actuales, los autores calculan que menos de la mitad de los países de baja renta conseguirán los objetivos mencionados para el año 2015.

Además, se intenta determinar cuáles son las causas del desigual progreso de los ODM en salud. El estudio muestra que el desarrollo económico de los países, la prioridad que se da a la salud, el gasto en salud y las infraestructuras sanitarias sólo explican algo más de una quinta parte de las diferencias en el progreso de los ODM entre los distintos países.

En cambio, la coexistencia de epidemias, especialmente la alta carga del VIH/SIDA y de las enfermedades no transmisibles (cardiovasculares, EPOC, diabetes mellitus y cáncer), explican más de la mitad de las desigualdades entre los países en cuanto a la consecución de los objetivos referentes a la mortalidad infantil. Una reducción del 1% de la prevalencia de VIH o una reducción del 10% en la mortalidad debida a enfermedades no transmisibles mejoraría el progreso hacia los ODM en mortalidad infantil igual que si se diera un incremento del 40% del PIB. De la misma forma, dicha reducción tendría un impacto similar a un incremento del 80% del PIB en cuanto a la consecución de los objetivos en tuberculosis.

Se debe romper el círculo vicioso de enfermedad y pobreza

Según los autores, el hallazgo de que las epidemias de VIH y de enfermedades no transmisibles dificulten la consecución de los objetivos en salud, más que los determinantes económicos, tiene importantes implicaciones en las políticas públicas globales. Sugieren que los futuros programas diseñados para conseguir los ODM en salud, más que poner el énfasis en fortalecer los sistemas sanitarios, deberían tener en cuenta las relaciones existentes entre todas las enfermedades y factores capaces de perpetuar el círculo vicioso de enfermedad y pobreza en las familias.