Estrategia en Salud Cardiovascular del SNS.

Con el lema “aumentar la supervivencia es posible” comenzó la intervención de la coordinadora Sonia Peláez, que inició su turno explicando que las estrategias del Sistema Nacional de Salud son definidas en concordancia con las directrices de la Organización Mundial de la Salud y de la Unión Europea. Responden a procesos prevalentes, con especial carga social y familiar, y relevantes.

En el año 2000 se descentralizaron las competencias sanitarias. En 2003 llegó la “Ley 16/2003 de 28 mayo, de cohesión y calidad del SNS”, que ayuda en la coordinación mutua. Y en 2007 ya se planteó una Estrategia de Cardiopatía Isquémica. Las estrategias se estructuran en torno a un Comité Técnico y un Comité Institucional (las comunidades autónomas). El primero identifica los puntos críticos en un ámbito concreto, promueve la participación multidisciplinar y recoge la evidencia científica. El segundo realiza los análisis de la situación. Mediante una metodología participativa y de consenso, y tras analizar cada factor, se elabora un borrador de estrategia. Una vez discutido y debatido en el Consejo Interterritorial del SNS, la estrategia es implantada por las comunidades autónomas. Finalmente, se ejecuta un sistema de seguimiento y evaluación para garantizar su evolución y cumplimiento.

La necesidad de una Estrategia en Salud Cardiovascular se sustenta en que sigue siendo uno de los motivos más frecuentes de ingreso hospitalario, junto a una amplia morbilidad. 122.466 personas fallecieron en 2017 por esta causa, siendo un 28,8% debido a enfermedades del sistema circulatorio, un 26,7% a tumores y un 12,2% a enfermedades del sistema respiratorio.

El objetivo general de la Estrategia es reducir la incidencia, morbilidad y mortalidad, así como prevenir la discapacidad para alcanzar una mejora de la calidad de vida y del bienestar tanto de los pacientes como de sus familias. Por tanto, debe estar centrada en las necesidades de la persona y su entorno, poniendo especial énfasis en las inequidades en salud, y estando orientada a mejorar la salud de la ciudadanía.

Como objetivos específicos, por un lado el desarrollo de intervenciones de promoción, prevención, restauración y rehabilitación de la salud cardiovascular con impacto positivo en la esperanza y calidad de vida de los individuos. Por otro, el desarrollo de acciones para la mejora de la atención cardiovascular, que estén centradas en la persona, y que sean equitativas, integradas, participativas, intersectoriales, continuadas, que garanticen una mejor coordinación socio-sanitaria y que disminuyan las desigualdades causadas por el género, el nivel socioeconómico y la diversidad funcional.

Por tanto, conocer los resultados en salud de nuestro sistema sanitario, aumentar la formación en Soporte Vital Básico (SVB) y sobre los Desfibriladores Externos Automáticos (DEA) de los primeros intervinientes y de la ciudadanía, la desfibrilación precoz (criterios consensuados y aumento del número de DEA), y la extensión de los cuidados de post-resucitación y rehabilitación a los pacientes que recuperan el pulso tras una RCP (reanimación cardiopulmonar) son objetivos claves para conseguir los objetivos de esta Estrategia.

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